>>103697
El anciano te escucho, se rasco la nuca claramente decaído, miro a su gente, luego a su hija y exhaló. Dando un par de pasos adelante miro al cielo nocturno
recuerda que es de noche y comenzó.
- Ávaquë, hildinyaron, nárenen ar lén naquet, nárenen coahtië. I istorëa nórienna ná rucë coahtië, istan, ar ilyë ni quen álava hlarë, man i hauta silmëa, mal sinome, i hildinor, nánë sírë coahtië -
Los elfos se miraron unos a otros, murmuraron ante las palabras de su líder quien no usaba un tono especialmente alentador, después de todo, a partir de aquel momento, toda muerte caería bajo su responsabilidad.
- Nai, quén úvë tultien i imperialo hildion, antuva coahtië, ar nai ambë ar lle queti, sívë, i "Drifter" queti ar alya htë "honor", áva quen hildë úvë coarë uva metta, "honor" nairë ailinë or ëa, randa nîrë tírahen, elda quén. Ná elda naitë hratëco harnia nat hildu, essë sira quilë yalyarä; ruva hratequiel -
Hubo silenció, si su propio líder no parecía convencido de lo que iban a hacer ¿Por qué abrían de creer en sus palabras?
Fue uno de los jóvenes, uno con una bandana roja en la cabeza quién desde atrás grito una pregunta en su lengua.
- Atanaitëa aran... ¿Ná i-hantale hlarë? -
- Nai-
Respondió el anciano y todos los presentes levantaron las manos dando un grito al unísono, una celebración, un grito de batalla, había funcionado, de alguna forma.
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