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https://youtu.be/ecVOwCcx9FY
-El ventilador del techo, oxidado y abollado tras recibir unos cuantos tornillazos en días de aburrimiento, giraba con un quejido constante, intentando inútilmente refrescar el aire caliente y cargado de polvo que se colaba desde el exterior. La mañana avanzaba sin prisa, y mientras esperaba la llegada de algún cliente, me dedicaba a organizar mi arsenal de herramientas: clavos, tuercas, tornillos, taladros, soldadora... todas ellas con cicatrices de uso, oxidadas, abolladas, recicladas, soldadas y restauradas. No eran bonitas ni modernas, pero eran mías. Cada una, a su manera, era una extensión de mi cuerpo, mis armas para ganarme la vida en este rincón polvoriento del universo.
-Cuando terminé con las herramientas, me dejé caer con gusto en mi vieja silla mecedora, que crujió como siempre al recibir mi peso. Con la tranquilidad de quien tiene tiempo de sobra, me puse a clasificar resistencias y bujías, las mismas que terminan dando vida a los paneles de control de las naves espaciales. Era un trabajo minucioso, pero no me molestaba. Había algo casi terapéutico en poner cada cosa en su lugar mientras el día avanzaba lento y pesado, como el ventilador que nunca dejaba de girar y los Golpes constantes de la Radio.
>Estúpida radio… En mis tiempos en La Autoridad, las maquinas como esta respetaban a sus amos. Imagínate que mi ametralladora me hubiera fallado acribillando a esos malvivientes odiadores de la paz en Irradon.
"Ahh... ¡sias, sí! N-no meggm n', no me digas... Zas... Sage Lyra."
"Con
los milicos la, con la... ¡'toridá! Ehh, esto... e-estass cosas no'n, nooo... ¡n-n'pasaba! Puf... ¿Ves? Ya te dd dig dig digo amigo..."
"¡C-cada día! Ch-ch-chatarr... ehh... ¡ch'tarra y-y-y los 'tre'trastes! Más, 'ma aris... ¡arisc'os! Y-y-y 'menos durader's."
"¡Sí, sí! Lo, lo joven... ¡los jov-joven's!, ser Pfft Igual, igualitos... ¡bah!"
"To... ¡To-tod'un tema! Sí... ¡sí señor! Ahhh... To' tema, todo un... ¡TEMA! ¿No es así? Je... ¡jejejeje!"
-Entonces miro a un lado y murmura para mi mismo.
"¡to' tema,, sí, sí señor... t'dun'te'a"
-Ah si, las tecnologías actuales… un desastre, todas ellas. Naves, herramientas, armas… ¡Incluso las armas! Nada, pero absolutamente nada, es como en los viejos tiempos. Antes, todo estaba diseñado para que el hombre lo manejara, para que se pusiera a prueba su habilidad, su intelecto y su capacidad. Si algo fallaba, era porque tú habías fallado. Tú eras quien tenía el control, quien dictaba las reglas. Tus herramientas no eran más que extensiones de tu ingenio, y si las dominabas, podías hacer lo que quisieras con ellas. ¿Pero ahora? No, ahora es justo al revés. Las naves se controlan solas, las radios buscan señales por su cuenta, y las armas… esas malditas armas automáticas que apuntan y disparan sin que uno haga nada. ¡"Para facilitar al usuario", dicen! Bah, puras patrañas. Lo sé mejor que nadie. Ahora no eres dueño de tu herramienta, no, señor. Ahora eres un esclavo de ella. Ya no controlas tu nave, es la nave la que te controla a ti.
-Todo está lleno de artilugios y cachivaches que supuestamente trabajan por uno, pero lo único que logran es hacerte dependiente. Y cuando algo falla, no es tu culpa, no. Es porque la maldita herramienta te falló. Te dejan a merced de su ineptitud, con esa sensación de impotencia, porque hiciste todo bien y aun así te fallaron. Y lo peor de todo, te achanchan el alma. Sí, señor, te hacen débil, te quitan el orgullo de hacerlo por tu cuenta. Antes, uno se ganaba el derecho a manejar algo. Ahora, parece que a lo único que tienes derecho es a que te traten como un inútil.
"Dahh l's trasl'mn'tas ahhh na'neea'a nah"
"pfff las'herr' ne dah, l's n'"
-Digo protestando mientras muevo una antigua y casi eclesiástica herramienta, una llave inglesa, ya no se ven como estás, Sí, yo talvez era muy joven para saber como eran los "viejos tiempos", pero por mi trabajo, sabía como eran las "Herramientas de los viejos tiempos", y comparándolas con las modernas, como mecánico, te digo, las viejas son mucho más fiables y útiles. Aunque esto sea imposible de entender, Lyra podía sentir que estaba de acuerdo con él. Este señor, era bastante agradable, me caía bien, buena compañía, si señor.
>Muchacho! Echa un vistazo a este estúpido radio
"ah, bi'she"
-Levanto el pulgar, limpiándome el aceite de motor de las manos con un viejo trapo. Me levanto de la silla con la espalda crujiente y, de forma automática, mis ojos se posan en la radio. La tomo con una mano, sintiendo su peso, y comienzo a examinarla con la misma minuciosidad con la que traste cualquier herramienta. Le doy una vuelta, la inspecciono por arriba, por abajo. Giro su ruedita, buscando alguna señal o frecuencia que se resista a salir, y la agito un poco para ver si algo suena raro, como si hubiera algo suelto en su interior. No parecía estar sufriendo daño externo, pero era evidente que algo no estaba bien. Teníamos el síntoma claro, pero el maldito causante seguía oculto, como una sombra esquiva. Le doy vuelta otra vez, dejándola boca abajo, y saco un destornillador de mi bolsillo. No era complicado, solo un vistazo rápido, ver si algo estaba roto, o si algún cable necesitaba un poco de estaño para seguir funcionando. Es lo que suelo hacer, nada que no pudiera arreglar en un par de minutos.
1d20 = 1
"¿ef? y' 'i'niero 'aula 'es?"
-Me volteo, confundido por el grito de ayuda, dejando la radio a un lado mientras mi mirada busca la fuente del ruido. Desde la entrada del taller, que más bien era una cortina de piolas con tapitas de plástico colgadas en cada hilo (algo improvisado, pero efectivo para dejar pasar el aire sin que entren los malditos insectos), aparece un joven delgado, visiblemente alterado. Antes de que pueda decir algo, lo miro un segundo y luego vuelvo a posar los ojos en el Anciano Sage, que sigue ahí, en su rincón. El joven no tarda en lanzarse a contarme su historia. Su nave había sido derribada cerca de aquí, y venía en busca de ayuda urgente para repararla. Pero yo no podía dejar todo de lado solo por eso. Estaba ocupado con otro cliente, y si quería atención, tenía que esperar su turno como cualquiera. Levanto la palma de mi mano en un gesto claro de "espera", mientras señalo hacia el mostrador. Al fondo, el viejo dispensador de tickets de color rojo me recuerda que aquí las reglas son simples: saca un número y espera.
"Eh... ehh, tú... p'ai"
"ch'ico, s-sí, tú... m-mira... aahí...
"S'ca n'mero eh ¿N-n'és... est...oy ocu-o-cupa'o?"
"Dahhh, l'gs tremo"
[Expand Post]
"v'v'v' núm-núm-er' en el... disp... dispens... ¡ehh... espera... t-t-turno!"
-Sin darle más vueltas, regreso a lo mío, enfocándome en la radio. Mi mente ya estaba centrada en encontrar el fallo, ignorando al joven por el momento. Le lanzo una mirada a Sage y riéndome entre dientes le comento
"ah, e'ft's J'vn's"
"pffff kgkgkgkkk"
-Comento en voz baja, más para mí que para él. No pude evitar pensar lo fácil que era para ellos buscar una solución rápida sin entender lo que realmente se necesitaba para arreglar algo. Siempre con esa desesperación por la inmediatez. Quieren todo ahora, ya, ¡ya! "¡Ven, atiéndeme! Mi turno, déjalos a ellos, yo yo yo yo, ¡arregla ahora!", como si el mundo girara solo por ellos. Eran como niños con azúcar, incapaces de tener paciencia, siempre en esa carrera constante. No entendían que las cosas no se arreglan a puro apuro. Si su nave estaba rota, pues mala suerte, no iba a moverse de ahí hasta que alguien realmente supiera cómo meterle mano. Pero claro, siempre piensan que con gritar un poco, todo iba a ser más rápido. Puras tonterías.
-Con eso, vuelvo a la radio, dándole una última vuelta antes de soltar una buena carcajada, al escuchar el comentario de Sage.