>>104100
>Ficha
>Nombre y apellido
Ana. F. Bula
>Edad
18
>Apariencia (Pic)
Atavios formales la uniforman de lunes a lunes, su guardarropa general se reduce a atuendos laborales del tipo overol con bata clínica. Su peinado deja mucho que desear, con suerte y es cepillado con los dedos por las mañanas, lo luce descuidado y grasiento, con poco hábito higiénico para ser una trabajadora de la salubridad. Su nariz es pequeña y achaparrada, un botón de carne que se curva tímidamente hacia abajo. Según fotos de sus progenitores las facciones suaves de su padre repelieron el legar el angulado rostro de su madre, es lo máximo que puede declarar de ellos.
Porta impreso un cuarenta y siete de un azabache desvaido en la nalga derecha
>izquierda, el día de su nacimiento un médico amaneció gracioso.
Sus ojos beige parecen gemas de poco precio que fulguran en cuanto consigue anticipar u amistar. Ana no tiene nada de extraordinario, lo único que tiene es miedo de ser lo contrario.
>Trasfondo:
Mostró en su demacrado rostro resentimientos poco pasajeros: al bunker, a la soledad que la enclaustra, al arbolado aburrimiento. En especial a este último, al agónico y eternizado sopor que cohabita en el habitat natural del bunker. Este extremo soliloquio mental, beneficiado por su corriente laboral, le han brindado acceso a una justa cuota de poder que sólo a un esperpento de su calaña se le idearian: Reimprimirse todas las veces que sean necesarias para nunca volver a sentirse un bicho raro.
En la temprana adolescencia se involucro en labores ambulatorias por su pobre capacidad corporal, no destacaba vía fuerza bruta y el carisma brillaba por su ausencia en ella. Es lo que la condujo a los estériles laboratorios maternales, analizando
jugo de hombre semillas y óvulos de los candidatos a un retoño. Al avanzar en sus estudios fue transferida al procesamiento y cultivo de fetos, y cuando finalmente su superiora se júbilo (a la longeva edad de 24 años), la sustituyo en la fecundación in vitro de las incubadoras humanas que las futuras generaciones reconocerían como madre.
Ana no es un mala persona, etica y laboralmente se le considera escuetamente respetable y logicamente responsable, trata con especial cariño a los niños y las personas mayores (esos achacados viejos que llegan a la legendaria edad de 30), es puntual en entrada y salida, y nunca de los nunca, fue reportado por algún conflicto interno; es la empleada ideal, gana poco y no se queja nada, se pone la camiseta por
la empresa el bunker. Lamentablemente, nuestra personalidad no está tallada en piedra sino escrita en arena. Te sorprenderá lo bajo que puede caer un individuo cuando se le proporciona autoridad y libertad desmedida. Fue su caso, cada mes, reemplazando cuántas tandas de óvulos fueran posibles con los propios. No radica exclusiva y únicamente en una depravada ilógica, muy en el fondo, diferente a abarrotar la población local de sus genes. Lo que en verdad la motiva a seguir con su depravada estratagema es la imperceptible relación de poder que el bunker le concede sobre otros, en síntesis, su razón para despegar la cara de la almohada cada mañana es saber que de alguna forma ultraja el cuerpo de los damnificados contra su voluntad. Que establece una dinamica asimétrica de autoridad con esta y generaciones porvenir.
Efectivamente, si los cromosomas de Ana hubieran cambiado de opinión 18 años atrás, y ella naciera hombre, hoy en día hablaríamos de un sistemático violador en potencia
o un chanero promedio.
>Aspiraciones:
¿A largo plazo? Reemplazar la base genética del bunker de una a cinco generaciones, lo suficientemente paulatino como para que la endogamia no surta efecto entre los futuros medio-hermanos, medio-sobrinos y primos lejanos. Su lógica dicta que quien triunfe en el juego de la reproducción será quien se corone con el inocuo mundo del futuro.
¿A corto plazo? Pastel, quiere probar ese glaseado rosa de los centenarios folletos.
>Stats:
<Fuerza: 1
<Defensa: 1
<Inteligencia: 7
<Carisma: 1