>>93826
>>102774
Mariposas en el estómago
Mamá pájaro murió, se desgarró la garganta con los talones cuando papa roach no la veía, ahora yacía en un creciente charco color rojo que manchaba los blancos pisos del búnker y su vestido negro mientras la mucama salivaba sobre su cuerpo con miles de mandíbulas, cada insecto que conformaba su cuerpo luchando por no comérsela. Desde que le perdió el miedo a la muerte su esposa prefería morir cien veces antes que vivir un segundo más con él, no podía culpar a la sirvienta por no haberla protegido de sí misma sin lastimarla, los insectos eran de mente simple, no tenían la capacidad mental para obedecer dos órdenes que se contradecían entre sí, pero él sí, y por eso recaía sobre él la responsabilidad de arreglar estos errores.
Primero devoró el cuerpo de la chica, luego dejó que la sirvienta se encargara de limpiar la sangre y el vómito sobrante que expulsaría cuando la resucitara. Otra vez se contuvo de cambiar el cuerpo de su esposa para no borrar los bonitos recuerdos que habían hecho juntos en todos sus años de matrimonio, en lugar de eso le dio un nuevo regalo de aniversario que reemplazara al último vestido había arruinado durante su suicidio: una nueva vestimenta igual a la de él, hecha de insectos del cuello a los tobillos. para que sintiera siempre el abrazo de su familia y nunca olvidara el amor que sentía por ella ni volviese a traicionarlo atentando contra su propia vida. Y aunque su cuerpo lo continuara rechazando, se aseguraría que su familia estuviese siempre en su corazón y en su mente, en forma de una lombriz cadena enroscada alrededor de su arteria aorta y una solitaria cavadora incrustada en su cerebro, las cuales tenían las mismas instrucciones de impedir su muerte a toda costa... Pero hiciera lo que hiciera, mamá pájaro seguía tan tiesa como un cadáver, con los ojos igual de muertos y tan fría por dentro como por fuera. Ni aunque llenara sus pulmones con aire, hiciera latir su corazón o sus insectos movieran su cuerpo contra el suyo podía sentir su calor. Obligar a alguien a que lo amara nunca lo había hecho sentir lo que quería, si alguna vez fue posible obligar a alguien a hacerlo. Lo más seguro era que lo que intentara después tampoco serviría.
¿Qué sabía alguien que había sido ignorado toda su vida de amor? ¿Cómo iba a poder dar amor a un hijo si él nunca lo recibió de sus padres? Que asesinara a gente, la comiera, la reviviera y la forzara a actuar como miembros de la familia amorosa que nunca tuvo demostraba lo poco que entendía de amor y por qué seguiría siendo incapaz de obtenerlo y compartirlo. Adoptar a un montón de víctimas de experimentación luego de que su escultor las dejara huérfanas por segunda vez no serviría, tampoco terminar su transformación en insecto ni conquistar una ciudad o todas las del mundo para hacer un hogar para los insectos ya que en el fondo él era imposible de amar.
Por cada persona que nacía para aparecer en la gran pantalla había otra que nacía para morir ignorada, arrastrándose en la mierda que ella misma vomita y traga. Esa era toda la razón por la que otros recibían el amor y la admiración que él nunca recibió a pesar de ser lo mismo que él era y hacer lo mismo que él hacía, no era solo porque una tuviera tetas y el otro fuese el hijo deseado de un padre no-deseado, era porque él era él, y eso nunca lo iba a poder cambiar.
No tenía sentido de ninguna otra manera. Él podía amar a esa cosa porque era igual que él, o como lo que él quería ser, ¿pero el resto del mundo? Para ellos era solo una mutante sin personalidad ni mente para algo más allá de buscar venganza por el camino más directo, guiada como una flecha imparable que penetra y destroza todo lo que tenga en frente, así sean otras víctimas del mismo individuo que juraba aniquilar. Para algo como eso todo era un obstáculo, no tenía cerebro para algo que no fuese vengarse y definitivamente no para amar o ver a otros iguales a ella como familia o posibles aliados que pudiese liberar... Y aún así la gente la amaba a ella y a él no. Sus partes mecánicas superaban por mucho a las de insecto, era una máquina para matar escultores y no una persona. Aún más bajo que un insecto, era un objeto inanimado, y la gente prefería amar eso antes que a él, como siempre. Toda su existencia revolvía alrededor de un solo propósito, todo su ser fue creado por el escultor de especies y no existía para nada más que matarlo, nunca fue nada más ni llegaría a ser algo más, porque se negaba al cambio. Y así era como debía ser y como él esperaba que fuese, los monstruos como él no fueron hechos para ser redimidos, solo exterminados, y que uno que se pareciera a él tuviese algo parecido al final feliz que el nunca tendría... no podía vivir con esa idea, mucho menos aceptar que se volviera realidad.
Si fuese él en el televisor cambiarían de canal, si fuese él el bebé lo tirarían en un basurero. Nació para ser ignorado, o como mínimo para ser odiado si siquiera llegaban a fijarse en él. Vivir todo el tiempo en las sombras no había sido una forma de sobrevivir fuera de la vista de amenazas mayores, era solo su forma de vivir, la única que conocía. Nació y creció en las sombras, ignorado por sus padres desde bebé, por las personas desde pequeño y por los propios insectos toda su vida. Hasta su tercer padre nunca lo amó, solo le enseñó que se quedara en las sombras, a espaldas suyas y de la famiglia, porque él tampoco quería verlo, no por la seguridad suya o del resto. Nunca había sentido lo que era el amor y ver a otros como él recibirlo lo llenaba del tipo de envidia que lo hacía odiarlos más que a nadie en el mundo. Odiaba y amaba a otros como él aunque quizá fuesen estos los únicos que podrían amarlo y detestaba aún más la idea de darles a ellos afecto alguno cuando él nunca lo había recibido, así fuese ese el camino para finalmente ganárselo... Se enredaba como un ciempiés, caminando en círculos, dando vueltas sobre sus propios pasos como un espiral de hormigas que no se detendrían hasta morir, repitiéndose y repitiéndose...
Si el padrino alguna vez lo consideró parte de su familia solo pudo haber sido como un perro, ni siquiera uno de mascota cuya pérdida lloraría o un fiel sabueso al que le confiara la espalda, sino como un perro rabioso que mantenían encadenado afuera para ahuyentar intrusos o para soltarles encima, sin preocuparse porque le metieran una bala en el cráneo. A los perros no se les sentaba a la mesa a cenar con la familia, se les dejaba debajo, donde nadie los viera, y se les daba de comer las sobras y que nadie quería para que hiciera la limpieza como un triturador de basura con patas. Soñar con que alguna vez pudiese unirse a ellos para una cena familiar era tan estúpido como pensar que un día podría tener a su propia familia de insectos, huérfanos, víctimas, criminales y rechazados ahí sentados, la idea seguro habría hecho al padrino retorcerse en su tumba, si no hubiese estado en su estómago desde hacía años.
"Eres perfecto como eres. Así como eres mereces amor, un hogar y una familia, y quiero dártelos." Era algo como eso lo que quería oír de alguien, lo que quería decirle a alguien, no estuvo seguro, aunque hiciera las palabras salir del pico de la chica pájaro no sentía ninguna calidez, ni tampoco ella mostró emoción alguna cuando vomitó al viejo mafioso mitad italiano mitad insecto que era antes dueño de esa mansión. Habría querido presentarle a su otro padre en una mejor ocasión, pero no iba a tener otra, ya había tardado demasiado en desembarazarse de esa responsabilidad con la que él mismo se embarazó. Con la ciudad principal destruida y la secundaria en vías de destrucción, la famiglia estaba en una buena posición para terminar de alzarse entre las cenizas de las demás organizaciones criminales que habrían muerto durante los distintos incidentes y reclamar el puesto en la cima que él les había hecho perder esa noche. No necesitaría hacer más por ellos y él mismo tenía sus propias metas personales que quería cruzar, lejos de allí.
No necesitaba un padre adoptivo, una esposa secuestrada, un hijo deforme o una familia para sentirse amado. El verdadero poder para ser amado siempre estuvo dentro de sí mismo, en el fondo de su estómago. Cada parte de él era asquerosa, pero no había una más repugnante que la que hacía el centro de su ser, el estómago inhumano que daba y robaba vidas, un abismo sin fondo por el que caían las almas desafortunadas que se cruzaban con él y del cual solo regresaban como cascarones vacíos o caricaturas grotescas de lo que una vez fueron en vida. La mayoría de supers o eran solo fuertes por fuera o tan fuertes por dentro como por fuera, él era más fuerte por dentro que por fuera, la parte más dura de todo su cuerpo siendo aquel órgano en el que radicaban todos sus poderes, la parte central y más inhumana de su anatomía y la prueba de que estaba podrido desde el centro. Era un bicho horrible, asqueroso, indeseado e imposible de amar, por dentro y por fuera, y todo esto seguiría siendo cierto mientras él siguiera siendo él en el centro y eso no cambiaría a menos que volviera a nacer, así que volvería a nacer.
La última orden que le dio a sus insectos fue que devoraran casi por completo su cuerpo y metieran todas sus partes desmembradas en su estómago para que se mezclaran y diera a luz a un nuevo él, mejor y más capaz de lo que él nunca iba a ser en su primera vida. Tal vez esta era la única forma en que se cumplirían sus deseos, no tendría forma de saber si eso pasaría o no, aunque su estómago seguiría con vida, el resto de él moriría cuando su cabeza y corazón fuesen devorados por su familia.
>>102775
Escribir cosas relacionadas con un rol en el que no estoy mientras sigue activo me empezó a sonar como un experimento interesante en algún momento, muchas veces los experimentos no resultan como uno quiere pero me tuve que haber entretenido con esto. La "segunda parte" que escribí al final del otro hilo no me gustó, no había cosas interesantes sobre el personaje y parecía gradaposteo que no llegaba a algo, rolear con uno mismo es complicado y creo que es también por eso que esta es la conclusión más obvia para cosas como esta. Supongo que ya lo hice.